miércoles, 9 de julio de 2014

DE CORAZÓN

Un teclado puede soltar lágrimas. Una pelota puede soltar lágrimas. En la ambigüedad de la vida, lloramos con emoción y con angustia en el mismo segundo. Por eso, el Topo se puede tirar a atajar los penales con Romero y en ese llanto que me sale de los ojos está la mezcla de la bronca y la tristeza con una alegría chiquita y futbolera. Se fue un pibe capaz de hacerte sentir amigo a los cinco minutos de haberlo conocido. Se fue un padre y se fue un periodista de raza. Nació un homenaje. Pequeño pero sentido. Como las lágrimas que derraman estas letras. 

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