Un
teclado puede soltar lágrimas. Una pelota puede soltar lágrimas. En la ambigüedad
de la vida, lloramos con emoción y con angustia en el mismo segundo. Por eso,
el Topo se puede tirar a atajar los penales con Romero y en ese llanto que me
sale de los ojos está la mezcla de la bronca y la tristeza con una alegría
chiquita y futbolera. Se fue un pibe capaz de hacerte sentir amigo a los cinco
minutos de haberlo conocido. Se fue un padre y se fue un periodista de raza. Nació
un homenaje. Pequeño pero sentido. Como las lágrimas que derraman estas letras.
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