martes, 25 de junio de 2013

El grito sagrado



Por Ezequiel Leone

Su campo de juego no tiene líneas de cal ni arcos. Las tribunas se componen de un imaginario que encuentra marquesinas y el ir y venir constante de los autos de una avenida que bien podría ser cualquier otra.
Es domingo y, aunque el Viejo no quiera saber nada con entenderlo, hay gente que toma mate en el Parque Rivadavia.
Parecen ajenos, como si no entendieran que en la cancha están pasando cosas importantes.
Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver y el hincha tiene mucho de eso. La radio va pegadita a la oreja; así como el Mago llevaba a la pelota. Atadita al botín.
Los tiempos ya no son lo que eran. Y una manifestación de malandras cortaba la ruta “para abrir el camino”; fijate vos, la pucha, “para abrir el camino, me cortás la ruta” y el Viejo no pudo llegar. Fue el domingo pasado.
El asiento que adoptó hace veinte años, cuando dejó de ir al fútbol, porque antes se iba al fútbol, quedó vacío.
Aquella tarde, el relator contó los detalles de una victoria histórica mientras el Viejo se frotaba los ojos para ver mejor lo que contaban desde el stereo del auto. Sí, para ver mejor. Pero la autopista se imponía a toda velocidad, llena de coches que tampoco parecían entender lo que estaba pasando.
Por eso hoy la cancha no tiene líneas de cal ni arcos. Porque las cábalas no existen pero que las hay, las hay. Y si ganamos el otro día, cómo no vamos a ganar hoy. Hay que hacer el esfuerzo y no mirar el partido.
Aparte, te digo más, este equipo juega mejor por la radio. Sí. No te estoy hablando una gilada. Por la radio corren más; se la pasan a los compañeros y ponen el corazón ahí adentro. Como corresponde, como manda la historia.
Entonces el Viejo se frena. Viene pateando las piedritas y se queda quieto. Un segundo antes esperando el grito. Y el grito viene. Sagrado. La avenida se sigue pareciendo a cualquier otra pero los tipos que toman mate, ignorantes de aquello que en verdad importa, ya no parecen tan desubicados.
Al final de todo, es domingo a la tarde; hay un sol que raja la tierra y es un lindo día para festejar. El equipo ganó. De eso se trata este el fútbol. Aunque, a veces, se cuenta mejor de lo que se juega.

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